EL LECTOR DIEZ MIL
Mi buen amigo, Mariano Valverde, me ha colgado
el precioso galardón de El Lector diez
mil de su blog, y a mí me produce una gran alegría. Hace años trabajé con
Mariano, junto con otros amigos y compañeros, codo con codo en un proyecto
literario que dejó huella en la Región de Murcia. Me refiero al Grupo Espartaria de
Poesía, del que en otra ocasión diré algo. Aquel proyecto (supongo que como
todos los proyectos en que intervienen los poetas) nos dejó en la boca un sabor
de miel y amargura; salieron adelante muchos proyectos, pero otros se quedaron
solamente en eso, en proyectos; Espartaria fue, pero podría haber sido más. En cualquier
caso, para quien quiera rastrear su huella, esta permanece, y a poco que la
busque, la podrá encontrar. Lo mismo que en mi corazón permanece el encuentro
con aquellos poetas y escritores magníficos de los que conservo su amistad.
A continuación doy la referencia de la entrada
del blog de Mariano Valverde, a ese relato suyo en el que he quedado fijado
como protagonista de una historia, texto de un texto, proyección y metáfora
plagada de alusiones. Y seguido reproduzco el primer comentario que me ha
suscitado, a vuela pluma.
Mariano, muchísimas gracias por este magnífico
y precioso relato tan cargado de resonancias, y que da la talla del gran
escritor que eres. Me ha emocionado profundamente. Lo he leído con voracidad,
al fin y al cabo no siempre nos convertimos en texto en la mirada de otro, y
mirada intuitiva y genial. La evocación es clara, y tiembla. Magníficas las
alusiones al tren, a la vía, a esas traviesas que son como jalones de la misma
vida (sabes que soy hijo de ferroviario), y a ese niño, Juan, como alter de mí
mismo, y alter de cualquiera de nosotros, los que hondamente hemos sentido la
punzada de las palabras, un niño de todos los niños que clama al futuro del
hombre que somos, que queremos ser y que espera siempre en nuestro corazón.
Muchas gracias..
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