A veces las tardes tienen un precio, un breve
estridulo:
Sentir el precio de la tarde,
cómo se deshace en derrota
su tenebroso adiós
y descuelga elipsis de figuras
o un nombre,
las últimas gaviotas tierra
adentro.
En los mares de la sed o del espanto,
apenas el grito de los pájaros
como preciado ungüento.
Pero me aploma el corazón, me
hunde
su paso en la sombra,
su ansioso laberinto
o tristeza.
Tacto, ansío, evoco, de súbito
tú - también -,
golondrinas al crepúsculo.
Del libro “Estridularia”
Todos los derechos reservados.
Ad astra
per aspera.
Jesús Cánovas Martínez©
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