CUENTOS
COMPLETOS
FRANCISCO
JAVIER ILLÁN VIVAS
PRÓLOGO
DE LUIS ALBERTO DE CUENCA
M.A.R.
EDITOR
Me va a permitir el autor, antes de nada, una
pequeña enmienda a la totalidad; esta hace mención al título del libro, Cuentos completos. A mi modo de ver le
falta una apostilla, que sería: hasta la
fecha, pues Francisco Javier Illán Vivas está en la plenitud del vigor creativo, y es de esperar que por mucho
tiempo. Así que no debemos pensar que ha cerrado algún ciclo de producción,
como puede ser el de la narrativa breve (la publicación de las Obras Completas suelen hacerlas los
herederos); es más, estoy seguro de que a más no tardar nos sorprenderá
gratamente con nuevos relatos.
Son sesenta cuentos los que componen el
volumen, escritos a lo largo del dilatado período de tiempo de cuarenta años:
cuarenta y siete de ellos aparecidos en diversos medios y debido a diversos
motivos, sea en el volumen de 2013 La
Isla y otros relatos, o en revistas y antologías e, incluso, en programas
radiofónicos; los otros diecisiete hasta este momento eran inéditos. El orden
de secuenciación de los mismos obedece a los arcanos de la mente del autor que
yo ni siquiera trataré de desvelar.
La primera impresión que he recibido de estos
Cuentos completos es la comunicabilidad
que mantienen los relatos, como si estuvieran dotados de puertas y ventanas, y
pasadizos secretos que los conectaran con el resto de la obra del autor y
consigo mismos; algo que quizá responda a la intención consciente por parte de
F. J. Illán Vivas de crear laberintos, puentes de conectividad e incluso pozos
ciegos sin posible salida. Otra imagen que me viene a la cabeza para
caracterizar el libro, aparte de la del laberinto, es la de un castillo
interminable con dependencias, pasillos, salones, cámaras y fosos donde aguarda
la sorpresa.
Al respecto de la interconexión que mantienen
los textos traigo un par de ejemplos. Salta a la vista que el protagonista de Mi tiempo (relato publicado en 1982 en
la revista Guía del Sureste) es el
mismo que el del relato Condenado a una
muerte efectiva (aparecido en 2012 en la antología Los mejores terrores en relatos después de treinta años de que
apareciera el primero). El mismo despacho, el mismo orden de los objetos, la
misma impoluta atmósfera casi decadente, la misma parsimonia del protagonista y
los mismos actores secundarios…, y como música de fondo Carmen de Bizet; de repente, un estallido de vidrios que conducirá
a dos posibles desenlaces. Otro ejemplo podría ser la concatenación que
mantiene el cuento El gran secreto
(aparecido en la revista LML en 2006) con los impecables inéditos que le
siguen: El jardín, Tarde de lluvia en Nueva York y La primavera se negó. En los cuatro el
protagonista es una mujer que habla en primera persona y los cuatro están
traspasados por un especial lirismo con sabor a cartas, a misivas que nunca
serán contestadas; a los cuatro recorre la sensación de derrota y de muerte, y
los cuatro están dotados de una floral melancolía. En El gran secreto una mujer triunfadora, diplomática para más señas,
recorre por las noches los bajos fondos de las ciudades a las que le lleva el
destino, así pasea su vacío interior; ha triunfado profesionalmente, pero ha
fracasado en el amor. Los siguientes relatos inciden en la sensación de fracaso
amoroso, de muerte y renacimiento; un jardín otoñal que renace cuando los
enamorados dicen al unísono “te quiero”;
un banco del Central Park de Nueva York bajo la triste lluvia del atardecer
precipita el recuerdo y la emoción; cuando el espíritu escapa, quedan las
cenizas, pero cenizas impregnadas de un germen que nuevamente puede hacer
brotar la vida (Una bellota contiene la creación de mil bosques, recuerda el
autor citando a Emerson). El lector, si así le place, puede buscar otras
correspondencias entre los cuentos que integran el volumen, y seguro que las
encontrará.
Pero estos cuentos no solo están conectados
entre sí, sino que muchas veces mantienen un vínculo con el resto de la
producción literaria de F.J. Illán Vivas, especialmente la fantástica
concerniente a la saga de La cólera de
Nébulos. Vengo al caso de La espada.
Dos parejas mantienen una amigable velada cuando el protagonista se aparta de
sus invitados y de alguna manera es llamado por la espada que cuelga de una
pared. La compró “en una rancia tienda en
Toledo, a precio casi de saldo” y hasta ese momento la tenía olvidada. La
espada le atrae de tal manera que termina por cogerla entre sus manos y al
tiempo se le despiertan varias neuras, pero el hilo del relato no corre hacia
el desenlace que el lector supuestamente prevé. El protagonista recuerda el
nombre de la espada Dragonia, y esta
le transporta, allende el tiempo y el espacio, a un lugar o dimensión paralela,
donde la magia es posible. Judit
aparece en el relato Pesadilla
(publicado en 2004, con motivo de un homenaje a Robert E. Howard, en la revista
universitaria El chino del maletín) y
sabemos del carácter infernal de esta engañosa belleza que despierta las
desenfrenadas pasiones, la concupiscencia más atroz y vampírica, por El retorno de la espada (2021).
Una característica de gran parte de los
cuentos que integran el volumen es la técnica utilizada al escribirlos.
Generalmente los abre un párrafo brillante que capta la atención del lector;
acontece luego un relato que comienza a ser previsible, pero el autor, en un
momento dado, de manera imprevista da un giro de tuerca al hilo conductor, a
veces dos, o tres, con el que cambia el sentido de la narración. El lector
queda confundido hasta que encuentra el nuevo hilo (ahora onírico o quizá
fantástico, diferente en cualquier caso); finalmente, el cuento se cierra de
modo también sorpresivo, y brillante. He mencionado antes La espada, que puede servir de ejemplo; sin embargo, vengo a
reparar en el que lleva por título Concierto,
privado, de Navidad (publicado en Matar
a quienes manejan la economía, 2014). Choca ya su título con ese apóstrofe:
privado, y su primer párrafo es
impactante:
Cuánto
le apetecía en aquel momento un cigarro, y su recuerdo se marchó hacia una
dacha a las afueras de Omsk, cuando, rodeado de aquellos cuatro desconocidos,
bebían, fumaban, cantaban y él, como siempre, hacía sonar su vieja getzen, la misma que le acompañó en el recital del
Metropolitan hacía treinta años… La había besado tantas veces que sus labios, y
la boquilla, tenían una huella común, capaz de acoplarse con más perfección que
dos amantes.
Un famoso concertista está enfermo de muerte.
Sabiendo que le queda poco tiempo de vida se decide a dar dos conciertos
privados ante un selecto grupo de personas. Uno en la Fundación March donde
interpreta el Concierto nº 3 para piano de Rajmáninov, adaptado para trompeta
por primera vez en la historia. Sin embargo, la vuelta de tuerca sucede
inesperada; estamos cercanos a Navidad y falta el árbol. Tras la composición
del significativo símbolo navideño, el viejo concertista, sumido en sus
reflexiones, esputando sangre, esperando a Ella,
aunque sin miedo, se dirigirá a Moncloa para dar su segundo concierto.
No falta el humor y la broma en estos Cuentos completos. Un relato que me ha
hecho especial gracia en este sentido es el que lleva por título La flema inglesa (publicado en Londres en 2017). El relato está escrito
con la misma técnica de la sorpresa que he descrito antes, pero si en el Concierto, privado, de Navidad el humor
se adosa con tintes negros y de muerte, aquí lo hace con sesgo erótico y
festivo. Asistiremos al desconcierto de un pobre Asperger cuando asiste a un curso intensivo en Londres y conoce a
María Victoria de los Ángeles, Viki, chica algo alocada, moderna y sin
complejos que durante tres días le irá descubriendo ciertos entresijos de la
vida londinense. Licaón en Moncloa
(publicado en Anatomías secretas,
2014) es otro ejemplo del humor un tanto negro que gasta F.J. Illán Vivas. Un
científico, demasiado soberbio, que ha investigado sobre la capacidad de
mutación, comienza en primera persona alabándose a sí mismo:
Soy el Maestro en mi campo, la autoridad mundial única y
he alcanzado el aburrimiento, no hay riesgo en mis estudios, en mis proyectos.
De cara a esa introducción la hilaridad está
servida. Anselmo Casillas se llama el científico y lleva algo entre manos. Pero
el autor está dispuesto a jugar con el mito de Licaón para trastornar de forma
drástica, y risible, los proyectos del eminente científico.
Se podría decir que Licaón en Moncloa es un cuento con moraleja, pero hay alguno más.
Subrayó dos de ellos; en uno se castiga la ambición desmedida, La leyenda del cactus (publicado en la
revista LM Literaria, diciembre de
2005); en otro, Caballero del honor
(publicado por primera vez en la revista Guía
del sureste, mayo de 1983) donde, una vez más, se denosta el endiosamiento
a que lleva la soberbia. El primero tiene como tema de fondo uno de los mitos
que alentaron las expediciones de los conquistadores españoles: la búsqueda de
la Fuente de la Eterna Juventud. “De
Gonzalo, Conde y Gobernador de Santiago, lo tenía todo: poder, riqueza,
mujeres, favor del Emperador”. ¡Ay!, pero le faltaba algo: la juventud,
pues “sus sesenta y tres años marcaban su
decadencia”. “¿Por qué los poderosos
hemos de morir?”, se preguntaba con rabia. Servida queda la aventura porque
a sus manos ha llegado un plano que indica la ruta a seguir para encontrar la
fuente de la vida eterna, secreto custodiado por los incas. La ambición es
extrema, pues no solo es de riquezas. Así aparecerá un juego de ambiciones que
llevará al desastre entre el Conde y sus lacayos más próximos. El Caballero del Honor nos muestra un
chuleta medieval que no ha perdido ningún torneo. Por casualidad oye una
conversación en la que alguien nombra a una Princesa encerrada en la torre de
un castillo, y el chuleta, ni corto ni perezoso, se encamina hacia allá con el
fin de liberarla. Llegados aquí podríamos decir, ¡ole tus huevos!, y bueno,
huevos no le faltan al tipo porque pasa a espada hasta al apuntador, pero…, y
existe el pero…, pero…
Guiños a autores con los que J.F. Illán Vivas
se siente cercano y responden a su iconografía literaria (Lovecraft, Poe,
Tolkien, Robert E. Howard, Hemingway, Simenon, Daphne de Maurier, Ray Bradbury,
Aldous Huxley…), paso de la realidad cotidiana a la realidad fantástica u
onírica con tintes góticos (sobre todo en los cuentos pertenecientes al volumen
La isla y otros relatos), dosis de
humor, de erotismo, mucha melancolía, pesadillas, objetos cargados de magia,
alusión a sus ancestros (los Illán, los Vivas), a sus lugares cotidianos
(Molina de Segura, Los Valientes, el Mar Menor…) y, finalmente, un ramillete de
hiperbreves con que nos regala.
Lo dejo aquí y quien quiera indagar que
indague. Siempre he dicho que cada lector tiene derecho a su lectura; yo
solamente he dado unas pinceladas acerca de mis impresiones sobre el libro.
Estos Cuentos completos de J. F.
Illán Vivas tienen una gran riqueza y puedo decir con seguridad que quien se
asome a ellos no será defraudado.
Todos
los derechos reservados.
Jesús
Cánovas Martínez©
Filósofo
y poeta
Ad astra per aspera.
Es que todo lo dicho por un filósofo y poeta de crianza, alcanza otro valor, como más intenso y sideral. Gracias porque leerte es como asistir a una clase de ciencias vitales. Abrazos para los dos. Monstruos, que sois unos monstruos.
ResponderEliminarMuchas gracias, querido amigo anónimo, por la parte que me toca.
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