LAS
VICTORIAS PÍRRICAS
Según los testimonios de Tito Livio y
Plutarco, tras el desastre de Zama y su posterior huida de Cartago para no caer
en manos de los romanos, refugiado en Éfeso, siendo huésped de Antíoco III de Siria,
Aníbal se entrevistó por segunda vez con Escipión (la primera había sido antes
de la decisiva batalla, y se desconocen los términos de la misma).
En aquella ocasión, Escipión preguntó a
Aníbal quién era a su entender el mejor jefe militar de la historia.
—Alejandro el Grande —contestó Aníbal.
—¿Y después de él? —volvió a preguntar
Escipión.
—Pirro —contestó el cartaginés.
El romano se echó a reír y manifestó:
—¿Y qué habrías dicho de haberme derrotado a
mí?
—Me hubiera considerado como el mejor general
de todos —repuso Aníbal.
De Alejandro no caben dudas sobre su genio
militar: En el transcurso de tan solo trece años fue capaz de conquistar
Egipto, derrotar a los persas y extender el impero macedonio hasta las fronteras
del Indo. De Aníbal tampoco: Tras el juramento que hizo de niño ante terribles
dioses de profesar odio eterno a los romanos, se consagró a la guerra. En una
epopeya digna de ser cantada atravesó los Alpes, y en suelo de Italia derrotó
sucesivamente a los romanos; Cannas fue la tumba de
setenta mil hijos de Roma y del cónsul Emilio Paulo. A Publio Cornelio Escipión,
probado en las campañas de Hispania, le cabe el honor de haber derrotado al
general cartaginés, pero, y Pirro, ¿quién fue?
Pirro II (318-272 a.C.), rey de Epiro, fue el
principal enemigo de Roma antes de las Guerras Púnicas. En el año 280 a. C.
desembarcó en la Magna Grecia para ayudar a Tarento en su lucha contra Roma.
Ese mismo año derrotó a los romanos en Heraclea, y al siguiente, en Asculum,
pero, a pesar de estas victorias, y debido a las bajas sufridas en su propio
ejército, tuvo que desistir de tomar Roma. Se cuenta que uno de sus generales
lo felicitó tras la victoria de Asculum, y es famosa la respuesta que le dio Pirro:
“Sí, otra victoria como esta, y volveré a Epiro sin un solo hombre”.
Por aquello de las comparaciones, si tras la victoria electoral alguien los
felicitara, ¿qué dirían los probos generales de las grandes formaciones
políticas españolas, habida cuenta de cómo hiede el campo tras la procelosa
batalla?
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Jesús
Cánovas Martínez©
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