viernes, 18 de abril de 2014

GETSEMANÍ DOLIENTE

GETSEMANÍ DOLIENTE



Nada del vacío
se apodera
de tu tácito rostro,
palma ferviente
del bosque en silencio,
tatuado reflejo
de sombra que alza
un olvido seco
y silencio
unánime.

Vente a mis ojos
para verte,
cruz concurrida
que tanto me adentra,
que tan hondo me llaga
rompiendo un silencio
u otro silencio,
un abismo al abandono
u otro abismo
del bosque en penumbra
de mi alma.

Me agolpa,
poderosamente aquí,
el rostro de mi sino,
y rasga extinto
algo el aire
que adentra
la vida que me das
y que me quitas.

No comprendo el abismo
de tu sueño en punta
de mi anhelo,
el morbo del abandono
traspasado
como quieren mis ojos,
el poder del silencio
exaltado o generoso
con el que puedes
abrazar las cosas.

No duele tu silencio,
solo el olvido.
Amanecer con sueño
aurora aplaca,
y queda enloquecido
de acosos,
tatuado reflejo
mi corazón.

Por eso, en el aire,
aunque todo calla,
explosión de pájaros.
Lengua inconclusa
presenta la muerte
o recuerdos al fin
de no poder seguir
siendo hombre.
Getsemaní doliente.



(Kyrie Eleison. Ed. Betania)
Todos los derechos reservados.
Jesús Cánovas Martínez©


2 comentarios:

  1. Todos llevamos dentro un Getsemaní doloroso (o varios) cómo acompañantes de los que lo sufrieron y ya no están a nuestro lado. Sólo acabará cuando subamos el nuestro propio y quede solo un cuerpo vacío de vida. Es tan hermoso cómo lo escribes, cómo desvariado yo lo digo, pero no cómo lo siento. Cada Viernes Santo, uno, pero desde el primero, todos los días son Viernes Santo y todas las cuestas, nos llevan a nuestros Getsemaní. Gracias, Jesús (no podrías llamarte de otra manera, que el nombre de Aquel que lo sufrió primero). Un abrazo.

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    1. Gracias Marjo por tu reflexión, brotada del corazón. Un abrazo grande.

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