jueves, 17 de abril de 2014

KYRIOS

KYRIOS



Los pedregales y el polvo
del camino,
los espinos y las zarzas
fruncen tu seca garganta.
Sol ya atardecido
y una palabra
en fiebre tus ojos arrasan,
y agostan desérticos
esplendores
ante los áridos harapos
de los doce,
que apenas comprenden...
«Unos que Juan el Bautista...
otros, que Elías,
o alguno de los profetas...»

Cuaja el sol carmines,
rojos violáceos, bronces
en la encrucijada árida
y ávida
de elemental
presencia de tu boca:
Con inminente afán
y sequedad angosta,
la soledad,
difícil al riesgo
enigmático de tu prisa,
desgarra confusas
ilusiones.

Espesura de ojos
no taladran tu Abismo.
Vuelo de pájaros
en olvido continuo,
el tiempo desviste
tu oculta plegaria.
Pendes de un rezo
ante la muerte.
Aprender es duro.

...Profuso rostro,
desde el silencio quebrantado,
arriesga impotente
una grácil
ternura racional:

—Apaga mi sed,
pero no me olvides...

Desgarra la prisa
el hondo
misterio iconoclasta
de los niveles de tu olvido,
con más profundidad misma
en tu silencio.

El Poder no miente;
solo afirma,
amoroso y cálido,
certidumbre escueta:

—¡Sé que existes,
y basta!


(Kyrie Eleison. Ed. Betania)
Todos los derechos reservados.
Jesús Cánovas Martínez©

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