domingo, 11 de agosto de 2013

EL MANIPULADOR SIBARITA

          Grácil, a veces no tanto, este tipo de manipulador demuestra haber desarrollado una forma de egotismo rayana entre lo sutil y lo burdo, en la demencia seguro, puesto que en algún momento de su vida comenzó a elevarse sobre el terreno, dejando por eso de pisar la realidad. Ha hecho de su carácter una forma amable de ver la vida, una cristalización conspicua donde apremia la urgencia por sobresalir, o resaltar, sobre el amorfo paso de los días.


Utiliza el halago de la manera más soez, porque cree que así capta una suerte de benevolencia por parte de sus víctimas; halagando la vanidad, debe pensar, conseguirá cualesquiera metas que se proponga. Así que decide sobre lo recto o lo curvo impostándose de autoridad; decide no solo lo que se ha de pensar, sino sobre lo que se piensa de hecho, y cómo; entra a dirimir sobre gustos y sin remisión le esclafa a la víctima, por si no lo tenía claro, cuál debe ser el suyo, eso sí, con gracia, que esta no le falta al manipulador sibarita. En última instancia, arrostra consigo el peso de las decisiones que la víctima ha de tomar porque, sí, él ya ha decidido por ella. Lo importante es que torciendo las conductas según su capricho, remeda el plan de Dios.
Es este un tipo, como todo manipulador, que no sabe estarse en su sitio, o no quiere. ¿Qué fines persigue, pues? Por de pronto la misma manipulación; sentirse como superior, mucho más inteligente que aquel a quien manipula. Utiliza para ello, como sibarita, la sutileza, sabiendo dejar en mal lugar a aquel que debe quedar en mal lugar, es decir, el manipulado, y esto de un modo grácil: haciéndole ver a ese pobre manipulado, víctima ingenua, que en el fondo, y en la superficie, le está haciendo un favor. ¡Es tan listo el manipulador!
La mayoría de estos individuos iban para políticos, pero algunos torcieron el rumbo por el caprichoso azar, así que pululan en cualquier ámbito de la vida y es fácil el encontronazo con ellos. Yo los huelo, los presiento, ¡tanto mal me han causado a lo largo de mis años! Siempre en un estrato superior sobre el que poder observar y dirigir la conducta de los demás, difícilmente se camuflan ante el ojo atento, máxime cuando pretenden hacerse los graciosos, lo contrario a los estultos con agasajos de sapiencia o sermonear sobre lo justo o lo bello como un colmo. Elevan para después destruir; son trepas terribles llenos de vanagloria. Se hacen una composición de lugar, generalmente distorsionada, y entonces atacan con el mayor de los descaros a la víctima propicia que ellos han elegido; si no hubieran tenido éxito no serían así y no manipularían, pero de todos es sabido que stultorum numerus...

No necesariamente son unos embusteros estos manipuladores, pues les suele salir tan natural el arte que hasta ellos mismos se lo creen. Ahora bien, cuando se le paran los pies y el manipulador sibarita y sutil ya no manipula, y sabe que cualquier intento por manipular resulta ahora infructuoso, entonces estila el rabotazo, con garbo, muy ofendido en sus forros. Retorcerá hábilmente la realidad y al manipulado que no se ha dejado manipular intentará dejarlo como lo que no es. Damnum unius est gaudium alterius y el monte es algo así como orégano, falataría.



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Jesús Cánovas Martínez©