martes, 29 de noviembre de 2022

DIARIO DE UNA CINCUENTAÑERA

 

DIARIO DE UNA CINCUENTAÑERA

MARIÁNGELES IBERNÓN VALERO

LA ROSA DE PAPEL

 


Una mala caída, un porrazo tonto con rotura de rótula, llevan a la autora, Mariángeles Ibernón Valero, a replantearse problemas vitales y a escribir este diario durante el período de convalecencia. Lo constituyen veintiocho reflexiones que se suceden como latidos de un corazón que quiere derramarse, como martillazos del alma de la autora con los que quiere imprecar al lector y hacerlo partícipe de su propio itinerario de curación. Los textos irán apareciendo, durante su convalecencia y rehabilitación, en el Facebook y con ellos, al despertar del sol con cada amanecer, sorprenderá a lo largo de los sucesivos días de un caluroso verano a los amigos que la seguimos.

Diario de una cincuentañera destila verdad, generosidad, empatía, amor: alegría de vivir la vida, en definitiva, pues lo que prima en él es una concepción vitalista de la existencia. Y este aspecto práxico y vital se subraya continuamente, casi machaconamente a lo largo de sus páginas. Cuando se piensa, en el sentido de reflexión, se atrae el pasado, y los recuerdos pueden hacer aflorar la nostalgia; pero si se actúa, se actúa de cara al futuro, hacia la consecución de objetivos marcados, hacia lo porvenir, y tal resolución lleva implícita la esperanza. Sin embargo, pasado y futuro, convergen en el presente, único punto, tan real como fugitivo, donde se comprende la propia existencia; así que, pensar y actuar, se resuelven en el espectar, contemplar, y contemplar es entender en un golpe de luz el “yo soy”, intuir de repente lo que se es en el aquí y ahora. Ni cualquier tiempo pasado fue mejor, ni cualquier tiempo futuro será peor; ni mejor ni peor, el tiempo de la vida es el tiempo del ahora. Y el ahora, un ahora núbil, grácil, renovado, siempre punto de partida, alegre como la mañana, es en el que pivota la autora y nos lo ofrece con una soberana carga de inocencia.

Cierto es que tal punto vitalista no se puede racionalizar propiamente; no hay argumentos contundentes para esclarecer tan meridiana verdad. La vida, por el contrario, está para vivirla y la razón es uno de sus añadidos. Cualquier acontecimiento puede esconder una revelación, cualquier accidente traumático catapulta hacia una catarsis. De esta forma la crisis se resuelve en su doble sentido de “juicio” y “oportunidad”. Oportunidad, ¿de qué? De renovación. En su primer golpe de luz dice Mariángeles:

 

Los cambios asustan. Bloquean. Pero cuando amaneces sabiendo que tu vida ya no palpita de la misma manera, puedes hacer muchas cosas. Mirar hacia otro lado o comenzar una nueva aventura. Yo he elegido cambiar el chip. Porque esta vida que tenemos es una y, al margen de lo que algunos crean, no espera a nadie.

 


Ahí está el programa, por tanto, el proyecto: en el comienzo de una nueva aventura, en el no arredrarse y echar hacia adelante con coraje y ganas de vivir, porque no hay que dejarse hundir, o dejarse morir, que viene a ser lo mismo, tal como el viejo Sancho aconsejaba a Quijote cuando se hallaba en sus postrimerías. Esa sería la mayor de las locuras, y Mariángeles, sabedora de que lo es, la conjura desde el inicio de su Diario:

 

A pesar de haber estado tan expuesta, tan rota, tan hundida, me he sabido agarrar de la mano, mantenerme a flote. Recoger mis pedazos.

 

El aspecto de praxis vital se subraya con insistencia en el Diario, el trabajo del día a día por conquistar la plenitud, el ser de lo que somos, la realización:

 

Yo elijo trabajar eso que algunos llaman buena suerte y no, nunca debemos sentarnos a esperar. Pase lo que pase, jamás hay que sentarse a esperar… Los sueños conquistan el imaginario de los valientes, los cobardes están ocupados buscando excusas y culpables.

 

En otro momento, sabedora de la existencia de Kairós, del tiempo de la oportunidad, que llega pero rápido pasa; sabedora también de que nadie se lo regalará sino su propio trabajo, expresa con meridiana certidumbre el aserto:

 

Exigir nuestro sitio es un error. Los lugares le pertenecen a uno cuando el destino y el momento perfecto se unen al esfuerzo de nuestro trabajo.

 

Quien llega a tal conclusión ha alcanzado, por así decirlo, la sabiduría. Cuando el trabajo y el destino y el momento perfecto, el Kairós, se aúnan, incitan a una revolución en nuestra vida. Ahora bien, el expectante del tiempo de la oportunidad es uno mismo, y uno mismo es el que ha trabajado para ver ese momento acondicionando su mirada. Sí, en uno mismo está la llave de su propia conquista y, por consiguiente, de la conquista de sus sueños y felicidad. Y el golpe de luz nº 6, espero que Mariángeles me permita hablar de esta manera, es especialmente esclarecedor en este sentido ya que ofrece el ideario de vida de la autora. Dejo al lector que lo descubra por sí mismo, aunque no me resisto a reproducir su inicio, de por sí muy revelador:

 

NO SOY UNA SUPERMUJER,

ni falta que me hace, conozco mis límites.

 

Y es que la aventura, la nueva y verdadera aventura, la conquista de sí, el “serse”, comienza poniendo los pies en la tierra. Ahora bien, sin dejar nunca de lado la alegría y la aspiración suprema a la felicidad. Y sin arredrarse, sin hacer caso al qué dirán e invitando a la aventura a todos aquellos que estén en la misma honda. La autora raya la genialidad (genial por sincera), cuando declara:

 

A VECES DICES QUE ERES FELIZ

y te miran con sospecha, como si la mentira fuera la única explicación, como si no pudiera compartirlo.

 

El sentido de la vida, pues, es el trabajo diario, y la felicidad consiste en el camino diario que hay que realizar para ser feliz; ese esfuerzo que hacemos, y debemos hacer, para vivir la vida en plenitud.

Cuando hago la reseña de un libro siempre me dejo muchas cosas en el tintero que me gustaría decir pero no digo. Y no digo porque es el lector quien tiene la última palabra, o, por lo menos, su palabra, que bien puede contrastar con la mía. Por mi parte, lo que pretendo es incitar a la lectura, correr las cortinas para que el que quiera vea la función. Nada más. Y nada menos. Porque como nadie me obliga soy libre para decir lo que quiero y pienso. Diario de una cincuentañera de Mariángeles Ibernón es algo más que un Diario, algo más que un libro de autoayuda, aunque así podría parecer; es directamente una gozada. Es un libro ideal para quienes buscan la autenticidad. La autora se sincera hasta los tuétanos y se nos muestra tal y como es, sin cortapisas, con valentía. Y nos recuerda su gran pretensión, que nos la ofrece hasta el punto de que también la hace nuestra:

 

Pero como me encanta llevarme la contraria, he decidido encontrarme y embarcarme con mi presente, que me recuerda días felices por llegar. Así soy feliz cada día…

 

El punto y final no está puesto. Queda la invitación al lector.

 

 

                                  

                                   Todos los derechos reservados

                                   Jesús Cánovas Martínez©

                                   Filósofo y poeta.

                                   Ad astra per aspera.

4 comentarios:

  1. Montserrat Abumalham27 de mayo de 2023, 3:34

    Una reseña perspicaz y certera que, sin revelar el contenido, lo anuncia y lo vuelve atractivo. Este libro es sin duda un ejemplo poético, en prosa, del sufrimiento, la esperanza y la alegría de vivir.

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    1. Gracias por tu comentario, Montserrat. Estoy muy de acuerdo contigo.

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  2. Tienes razón, Jesús. Es sorprendente la reacción de la escritora, que utiliza la rotura para reflexionar y llenar de alegría los capítulos de este libro.

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