CONFESIONES
DE UN BEST SELLER Y OTROS RELATOS OBSESIVOS…
J.
LOVEDARK
EDICIÓN
DE AUTOR
¿Qué debe hacer un escritor para saltar a la
fama? Para el protagonista de Confesiones
de un best seller, indudablemente, quitar de en medio los obstáculos que lo
impiden, y, si estos obstáculos son malandrines que se han cruzado en su camino
con la clara finalidad de entorpecer tal fin, no quedará otra opción que asesinarlos.
Y así lo resuelve, en la soledad de su cubículo, este escritor atormentado,
atacado por las pesadillas pero con una visión clara de lo que debe hacer.
Planeará y llevará a cabo de forma inmisericorde la eliminación de cuatro
individuos molestos, eso de momento.
El protagonista se convierte en un asesino en
serie y con toda la intención del mundo, con saña y sed de venganza, pidiendo
la justicia que se le ha hurtado, actuará llevando a cabo estas muertes
minuciosamente proyectadas. La pena es que la realidad no sigue a la idealidad,
y lo que fue concebido casi como una obra de arte se convierte en algo tosco,
bufo y burdo. Muere un quiosquero en un extraño incendio, a patadas pasa a
mejor vida un fotógrafo que pretendía lucirse ante una fan desconocida, el plomo de un revólver derrumba a un animador
cultural en mitad de una Feria del Libro (de paso, por estar donde quizá no deben,
quedan masacrados unos cuantos culturetas) y, por último, un palazo bien
dirigido a la sien lleva a caer de bruces a un escritor guaperas y algo chulo.
Eliminados estos obstáculos, y no sin
experimentar la ley de Acción y Reacción, esto es, un molesto karma que casi le
lleva a fenecer entre los cañaverales del río, a los que en mala caída se
precipita, con algún hueso roto y una oreja medio comida por las ratas, el
escritor asesino que ansía la fama encuentra definitivamente la paz. No, no es
que muera, pues al cabo lo vemos vivo y coleando y, animado por cierto regocijo
interior, con ganas de escribir. Con ganas de escribir su propio relato, en
primera persona para no faltar a la verdad y darle más morbo al asunto. Alcanzará
el reconocimiento literario de esta singular forma.
Las
confesiones de un best seller son un despropósito de principio a final,
hasta el punto de que provocarán fácilmente la hilaridad en quien se acerque a
ellas. Fluyen con una prosa rápida que no se detiene en divagaciones
distractivas, así redunda en páginas de una gran intensidad, que el lector
podrá disfrutar, ya que la velocidad de
la narración le impelerá a ello, de una tacada. El relato está ambientado en la
ciudad de Murcia y sus aledaños, lo que situará a los asesinatos en
circunstancia conocida, y mucho me temo, demasiado conocida, ya que parece a
todas luces que los personajes asesinados tienen un correlato con la realidad.
No sé, eso habría que preguntárselo a Javier L. García Moreno (autor que se
esconde bajo el alias de J. Lovedark), porque yo me dedico a plasmar
simplemente mis impresiones y no soy nadie para desvelar ciertos secretos. Sin
embargo, y en otro orden de cosas, lo que no ofrece duda es que Javier L.
García Moreno hace un guiño a los escritores del submundo literario y les
muestra el camino a seguir si quieren ser famosos y ganar dinero.
Los otros tres relatos que siguen a las Confesiones son igualmente obsesivos y
del mismo estilo literario (¿Por qué no
me contestas?, Fin de la partida, Con paciencia y buena letra). El autor
enfrenta en ellos las relaciones alarmantes que mantienen personajes paranoides
con el sexo contrario. Sorprenderán, seguro, porque, a la vez que despiertan la
risa tonta, hielan la sangre.
En los personajes que transitan por estos
cuentos veo la sombra de Poe y, a mi entender, la de Dostoievski (el autor me
comenta que no lo ha leído). Son gente desarraigada, solitaria y narcisista; el
cóctel necesario para que en ellos se alumbre la figura del psicópata.
Personajes que, de algún modo, conocen la diferencia entre el bien y el mal,
pero, aun así, hacen el mal a sabiendas y, conscientes de su degradación, la
disfrutan como una dulce tortura.
Curioso que no se especifique el nombre de
los protagonistas de ninguno de los relatos, como si con este hecho el autor
intentará manifestar, al igual que con el seudónimo elegido, que son
proyecciones de sí mismo, sombras de su yo, que realizan lo que en pesadillas
nocturnas, y altamente tormentosas, ha ideado en su caletre. Pero seguro que no
es así, y si Javi está algo pillao,
también es verdad que son muchos los que andan pillaos en el submundillo literario, razón por la cual cualquier
amenaza que se pudiera imaginar que proviniera de él queda desactivada. En
descarga de Javi diré que es buena gente, de trato cordial, con un buen sentido
de la ironía y, por supuesto, alguien que prefiere matar en el papel antes que
en la realidad. Aun así, sospecho, no sé por qué, que en un futuro próximo
debido a alguna mano negra desconocida se producirán nuevos asesinatos. Si esto
ocurriera, recomiendo que al autor de Confesiones
de un best seller y otros relatos
obsesivos… no se le chiste por encima
del hombro, se le trate bien y con la debida deferencia. Nunca se sabe.
Jesús
Cánovas Martínez©
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Ad astra per aspera.
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